El Humedal Térraba-Sierpe
es un complejo de ambientes entre los que se encuentran canales
mareales, playones, lagunas, pantanos, manglares y bosques, variedad
que también se ve reflejada en la rica y abundante flora y la fauna que
allí habita. Las zonas de vida que incluye son: bosque húmedo tropical transición a perhúmedo, el bosque muy húmedo premontano
transición a basal, el bosque húmedo tropical y el bosque muy húmedo
tropical. Contiene distintos ecosistemas acuáticos tanto naturales como
artificiales (arrozales y estanques).
Entre los ecosistemas acuáticos naturales se
encuentra el estuarino, donde se desarrollan
los manglares, que destacan por la diversidad de especies de mangle; este
ecosistema ocupa la mayor superficie dentro del humedal. La flora está
representada por especies adaptadas a este tipo de ambiente donde se
combina el agua dulce de los ríos con el agua salada del mar; aquí se
encuentran las especies Rhizophora racemosa, Pelliciera rhizophorae,
Laguncularia racemosa,
Conocarpus erectus,
Tabebuia palustris,
Acrostichum aureum
y Muellera frutescens.
Entre la fauna destacan
los animales acuáticos como los moluscos, representados por al menos 81
especies, de las cuales unas nueve especies son de
importancia comercial como las chuchecas (Grandiarca grandis),
el boludo (Anadara similis) y la piangua
(Anadara tuberculosa). De uso
más local son el cambute de barro (Melogena
patula) y las ostras de las raíces del
mangle (Ostrae iridescens
y O. palmula). Los crustáceos
también son animales comunes y diversos, representados por 52 especies;
existen
algunas especies de camarones de importancia comercial como Penaeus brevirostris
(camarón rosado), P. californiensis
(camarón café), P. stylirostris (camarón
jumbo), Solenaeus stylirostris (camarón blanco), S. agassizzi (camarón fidel)
y Xiphopennaeus riveti
(camarón tití). Los peces son igualmente importantes en los
estuarios, por su diversidad (alrededor de 87 especies) y uso
comestible tanto a nivel nacional como local. En este ecosistema se da la mayor extracción de pescado
y piangua, extracción de madera para carbón y
donde también la actividad turística es importante.
El ecosistema ripario, formado principalmente por el
cauce del río Sierpe, alberga variedad de flora y fauna tanto acuática
como terrestre; alrededor de los cauces se encuentran árboles
imponentes como las ceibas (Ceiba
pentandra), higuerones (Ficus maxima
y F. obtusifolia)
y el muy llamativo sangrillo (Pterocarpus officinalis).
En las orillas crecen hierbas como las platanillas
(Thalia geniculata),
heliconias (Heliconia osäensis), lirios (Crinum erubescens),
entre otras y flotando al vaivén de la marea se observan chorejas (Eichhornia crassipes) y lenguas de vaca (Pistia stratiotes).
Es posible observar con cierta facilidad mamíferos como monos ardilla (Saimiri oerstedii),
pizotes (Nasua narica),
mapaches (Procyon lotor)
así como cocodrilos (Crocodilus acutus), iguanas (Iguana iguana) y gran variedad de aves acuáticas. En sus
alrededores se desarrollan actividades urbanas y agrícolas como el
cultivo de palma de aceite, arroz y silvopastoriles,
que han deteriorado las condiciones originales de esta zona tanto en su
parte terrestre como acuática. El río Sierpe y sus canales constituyen
una importante vía de comunicación y en sus aguas se realizan
actividades de pesca artesanal y turismo. El ecosistema palustrino corresponde a regiones de aguas estancadas o de aguas
de poco movimiento y profundidad (menos de 2 m como promedio), en este ecosistema
resaltan importantes poblaciones de yolillo (Raphia taedigera)
y cerillo (Symphonia globulifera),
además de especies como Carapa guianensis, Andira inermis
y Luehea seemannii,
platanillas (Thalia geniculata),
heliconias y pastos (Echinochloa polystachya). El ecosistema lacustrino
está conformado por la Laguna Sierpe
y los pantanos adyacentes donde existe representación importante de
vegetación acuática tanto arraigada como flotante (Echinodorus subalatus,
Eleocharis intersticta,
Nymphaea ampla,
Typha domingensis,
etc.). Hacia el océano Pacífico se encuentran las playas donde crecen
especies comunes como el almendro de playa (Terminalia catappa),
el coco (Cocos nucifera), el frijol de playa (Canavalia rosea) y la llamativa orquídea
huele noche (Brassavola nodosa).
La flora registrada en el Humedal Térraba-Sierpe está representada por
aproximadamente 366 especies pertenecientes a 94 familias. Un pequeño
porcentaje (7.4%) de esta riqueza lo forma el grupo de los helechos y
el mayor número lo componen las plantas con flor. La familia Fabaceae
(s.l.) es la que presenta mayor cantidad de especies (30 spp.) seguida por la familia Rubiaceae
(23 spp.) y Cyperaceae
(20 spp.). Esta diversidad también se refleja en
los hábitos de crecimiento y forma de vida de las plantas, al
encontrarse especies acuáticas arraigadas, acuáticas flotantes y
también terrestres. Se han registrado 4 especies endémicas (principalmente
en áreas boscosas):
Justicia tonduzii,
Duroia costaricensis, Coussapoa macerrima,
Pilea pallida;
y
también hay especies con distribuciones restringidas como los mangles,
la orquídea huele noche (Brassavola
nodosa), el pie de paloma (Tabebuia palustris)
y el chaperno de suampo (Mora oleifera), este último amenazado por los altos
niveles de extracción que ha sufrido. En el humedal se protegen varias
especies que poseen uso maderable, entre ellas el cerillo (Symphonia globulifera),
el almendro de montaña (Andira inermis) y el guácimo colorado (Luehea seemannii).
La diversidad de hongos presente en el humedal, incluye un total
de 18 especies, distribuidas en 2 clases, 6 órdenes y 8 familias. La
clase Basidiomycetes es la mejor representada
(15 spp.), la mayoría de sus especies
pertenecen al orden Polyporales, conocidas
comúnmente como orejas de palo, su género más diverso es Coriolopsis.
La otra clase, los Ascomycetes,
están representados por sólo 3 especies, en esta se incluyen los hongos
con forma de copa y de consistencia hulosa del género Cookeina.
La mayor parte de las especies registradas
han sido localizadas en áreas costeras o en zonas cercanas a los ríos
como a la orilla de éstos. Sólo dos especies han sido observadas en áreas
relacionadas con bosques de manglar: Lenzites acuta y Oudemansiella canarii. Algunos de los hongos del humedal
tienen amplia distribución a nivel mundial y en el país son comunes por
lo general en zonas bajas, como: Cookeina speciosa,
Cookeina tricholoma,
Earliella scabrosa,
Hexagonia hydnoides,
Oudemansiella canarii,
Polyporus tenuiculus
y Trametes elegans,entre otras. También hay especies
de gran interés social y cultural para el ser humano, principalmente
por los usos comestibles y medicinales que poseen, entre ellas: Cookeina speciosa,
Cookeina tricholoma
y Oudemansiella
canarii (todas comestibles); además de, Ganoderma lucidum,
Hexagonia hydnoides
y Pycnoporus sanguineus
(todas medicinales). Una especie interesante es Coriolopsis polyzona
que es utilizada en procesos industriales para la degradación de
sustancias químicas residuales.
En el Humedal se han
registrado 31 especies de mamíferos distribuidas en 19 familias; sin
embargo, ese número preliminar puede aumentar conforme se hagan
estudios detallados de ciertos grupos como los murciélagos. Gran parte
de las especies de mamíferos registradas se refieren particularmente a
las áreas de los manglares. Entre las principales especies registradas
están aquellas arborícolas como el mono ardilla (Saimirioerstedii), que es,
hasta el momento, la única especie endémica regional registrada de
mamíferos; los otros monos son el carablanca (Cebus imitator) y el congo
o aullador (Alouata palliata). También son frecuentes los
mapaches (Procyon lotor), el pizote (Nasua narica),
el oso colmenero (Tamandua mexicana)
y las ardillas (Sciurus variegatoides y muy
posiblemente S. granatensis). También es citada por los
residentes la nutria (Lontra longicaudis), aunque aparentemente no sea fácil
de observar. También se encuentran varias especies de murciélagos,
algunas muy asociadas al agua como es el murciélago pescador (Noctilio leporinus) y el murciélago narigón (Rhynchonycteris naso). En la literatura se cita dos especies de felinos (Leopardus pardalis y L. wiedii) y la danta (Tapirus bairdii), pero hacen falta estudios
para conocer su presencia y situación real en estos ecosistemas. Especies
como los monos, los felinos y la danta, anteriormente mencionados, son de
importancia por encontrarse amenazados.
La avifauna
del Humedal Térraba-Sierpe es bastante
representativa de la encontrada en otras partes del Valle del Diquís, sobre todo en las especies terrestres. En los diferentes ecosistemas se han
observado 163 especies, pertenecientes a 51 familias. Esta avifauna
representa un 18% de la presente en el país y un 66% de la avifauna hallada
para el Valle del Diquís. La mayoría (70%) de
las especies de aves del Humedal, son residentes, un 23% son
migratorias, un 6% posee tanto
poblaciones residentes como migratorias y un 1% son especies que viven
un tiempo en nuestro país, pero luego migran a otra latitud tropical
fuera. Existe un componente acuático muy bien
definido, como es de esperar; sin embargo, este representa solo una
parte de la avifauna del Humedal. La avifauna acuática está constituida por cincuenta y cuatro especies
(34%), el resto son aves terrestres asociadas a los cuerpos de agua
naturales o artificiales. Entre las especies acuáticas encontramos garzas,
playeritos, cigüeñas, tijeretas de mar (Fregata magnificens), pelícanos (Pelecanus occidentalis), gaviotas (Leucophaeus atricilla), charranes
(Thalasseus maximus), íbices (Eudocimus albus), martines
pescadores, cormoranes (Phalacrocorax brasilianus), patos agujas (Anhinga anhinga),
correlimos, pollas de agua (Porphyrio martinicus) y espátulas rosadas (Platalea ajaja). Entre las especies terrestres se
registran el águila pescadora (Pandion haliaetus) y otros rapaces, zopilotes, lapas
(Ara macao), loras y pericos, golondrinas,
pechos amarillos, reinitas, oropéndolas (Psarocolius montezuma), tangaras, zanates (Quiscalus mexicanus)
y pájaros estaca (Nyctibius griseus).
El Humedal
protege aves de importancia como el colibrí de manglar (Amazilia boucardi),
asociado primordialmente a los manglares y distribuido únicamente en
Costa Rica; y especies endémicas regionales del Pacífico Sur del país y
el oeste de Panamá: el carpintero nuquidorado
(Melanerpes chrysauchen),
el cusingo (Pteroglossus frantzii);
el batará negruzco (Thamnophilus bridgesi),
la cotinga piquiamarillo (Carpodectes antoniae)
y el vencejo de rabadilla clara (Chaetura fumosa). De la misma forma es
importante resaltar otras especies que están amenazadas, la lapa roja y
la espátula rosada, amenazadas de extinción; y aquellas que se
encuentran bajo otros criterios de amenaza tales como el halcón
peregrino (Falco peregrinus), el trepador gigante (Xiphocolaptes promeropirhynchus),
el loro frentirrojo (Amazona autumnalis), el loro coroniblanco (Pionus senilis),
el loro verde (Amazona farinosa),
y los pericos frentinaranja y frentirrojo (Eupsittula canicularis
y Psittacara finschii).
Desde el punto de vista humano el Humedal de Térraba-Sierpe
ofrece refugio y alimento a diferentes especies animales y vegetales
que son fuente de subsistencia de las comunidades locales, es hábitat
de especies marinas comerciales, provee apoyo externo a pesquerías y a
la pesca del camarón, provee de vías de comunicación entre las
comunidades y para el transporte de turistas, protege contra
inundaciones, captura sedimentos, purifica las aguas, es sumidero de
residuos agroquímicos, aguas residuales y CO2, protege el manto
acuífero, es importante para la recreación, el turismo, la educación e
investigación.
Aunque los humedales
proveen gran cantidad de bienes y servicios, son los ecosistemas más
amenazados de Centroamérica (y Costa Rica no es la excepción). En la
zona Pacífica se han perdido grandes extensiones de humedales y su
principal causa ha sido el cambio de uso de suelo, donde se han drenado
o rellenado humedales para establecer zonas agropecuarias, zonas
urbanas o infraestructura. La erosión, sedimentación y contaminación
también impactan la calidad de agua que circula por los manglares y los
estuarios de la zona costera. Un adecuado manejo de estos ecosistemas puede ayudar a
satisfacer las necesidades de las comunidades que dependen de ellos y
generar productos comerciales de variada índole, además de proporcionar
hábitats protegidos y ricos en nutrimentos, que muchas especies
silvestres emplean como áreas de alimentación, reproducción y
protección, fortaleciendo a su vez actividades productivas como la
pesca artesanal y comercial.
|